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El nazi invisible: la historia de Katkin y la red empresarial oculta tras la posguerra

2 septiembre, 2025

En una entrevista con el programa Hola Chiche, el periodista e investigador Abel Basti reveló nuevos detalles sobre la figura de Katkin, un alto funcionario nazi que logró establecerse en la Argentina tras la Segunda Guerra Mundial, con total impunidad. Katkin, según Basti, “era secretario de Estado”, y tenía a su cargo la administración de los bienes incautados por el régimen, con especialización en diamantes y metales preciosos. Respondía directamente a Hitler y Hermann Goering.

Pese a su importancia en la jerarquía nazi, Katkin no solo no fue perseguido ni extraditado, sino que se radicó en Argentina sin inconvenientes, fundó empresas, compró propiedades de lujo —entre ellas una mansión en Gaspar Campos— y operó como lobbista de holdings alemanes en el gobierno de Perón. “Consiguió el contrato para la central térmica de San Nicolás y ganó una comisión del 5% sobre 100 millones de dólares”, indicó Basti.

El caso de Katkin, que vuelve a la escena por un cuadro expoliado por los nazis que su familia se negó a entregar a la justicia, destapa una arista menos conocida del nazismo en América Latina: la red de empresarios, no militares, que migraron tras la guerra y se ocultaron detrás de estructuras corporativas.

Basti explicó que el saqueo de obras de arte por parte del régimen fue sistemático: “Había departamentos especializados en esto”, afirmó, y aseguró que se trataba de una política de Estado y no de iniciativas individuales de soldados. El cuadro retenido por la familia Katkin fue adquirido “a precio vil” durante la ocupación nazi de Holanda, una práctica común del saqueo nazi legalizado mediante simulacros de compra.

Más allá de Katkin, Basti expuso que Argentina recibió, según estimaciones, “de mínima, 10.000 nazis”, muchos de ellos con grados oficiales. La llegada masiva incluyó no solo a personas, sino también a empresas, capitales y tecnología, en un proceso que fue “muy meticuloso” y premeditado, incluso antes de que terminara la guerra. “El proceso migratorio es mucho más grande de lo que uno puede imaginar”, sostuvo.

Consultado sobre por qué algunos nazis fueron juzgados y otros no, Basti fue contundente: “A los empresarios no se los toca”. Afirmó que muchos de los criminales capturados fueron detenidos cuando ya eran viejos o no tenían valor estratégico. Mientras tanto, muchos otros —como Katkin— fueron funcionales al poder y se beneficiaron con la protección de potencias aliadas.

“La mayoría circuló sin problema, no solo sin problema, sino con respaldo. Estados Unidos recicló nazis con títulos y honores”, afirmó Basti. Según su investigación, ex jerarcas nazis terminaron trabajando para la OTAN, la CIA, Interpol e incluso gobiernos latinoamericanos. Uno de los casos paradigmáticos fue el de Klaus Barbie en Bolivia, quien llegó a cobrar simultáneamente del Estado boliviano, la CIA y el servicio secreto alemán, mientras desarrollaba negocios ilegales relacionados con armas y drogas.

Basti también mencionó que organizaciones como el Vaticano e iglesias aliadas facilitaron la evacuación y asentamiento de estos personajes. “El juego cambió: Estados Unidos pasó de combatir a los nazis a aliarse con ellos contra la Unión Soviética”, explicó.

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